Los puertos están especialmente expuestos a diversos peligros naturales, debido a su ubicación a lo largo de las costas abiertas o en estuarios y deltas de baja altitud; su entorno los hace susceptibles a los impactos de los peligros climáticos, como la subida del nivel del mar, las mareas de tempestad, las olas y los vientos, las inundaciones fluviales y pluviales, así como los fenómenos tectónicos (por ejemplo, los tsunamis), destaca un reciente reporte de UNCTAD.
En este contexto, la subida media del nivel del mar (SLR) y los niveles extremos del mar (ESL) asociados, suponen una amenaza especialmente importante, que va en aumento. Un breve resumen de los crecientes riesgos e impactos de la subida del nivel del mar en los puertos en el marco del cambio climático ilustra la urgencia de actuar.
Impacto del aumento del nivel del mar
Los puertos y las infraestructuras de transporte costero que los conectan forman sistemas complejos que pueden verse fuertemente afectados por la subida del nivel medio del mar, así como por el aumento potencial de la frecuencia/intensidad de los ESL, debido a las mareas de tempestad y a las olas extremas, que pueden causar inundaciones permanentes o temporales, respectivamente.
En el caso de los puertos integrados en grandes aglomeraciones urbanas costeras, también puede haber impactos para grandes poblaciones y una amplia gama de actores y actividades socioeconómicas. El hundimiento del terreno costero debido al extenso desarrollo urbano puede dar lugar a una subida adicional (relativa) del nivel del mar y a un mayor riesgo de inundación para muchas grandes ciudades portuarias, lo que exige mejorar las vías de adaptación.
Las pérdidas totales derivadas de los desastres relacionados con el clima en 2017, incluida la devastadora temporada de huracanes en el Caribe, se han estimado en US$320.000 millones y los daños y pérdidas en muchos de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) afectados representan una parte importante (o un múltiplo) del PIB, mientras que el costo del huracán Dorian de 2019 para las Bahamas se estimó en US$3.400 millones, con una gran parte de estos daños asociados a la infraestructura de transporte. El huracán Sandy (2012) causó más de US$62.000 millones de pérdidas en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, incluyendo grandes daños y el cierre durante una semana del puerto de contenedores de Nueva York/Nueva Jersey.
Un estudio reciente estima que el valor total de los activos expuestos a inundaciones costeras episódicas en 2100 podría aumentar hasta el 12-20 % del PIB mundial, si no se toman medidas de adaptación.
El aumento del nivel del mar está impulsado en gran medida por el calentamiento global. Ya se ha observado un calentamiento global de más de 1,0°C por encima de los niveles preindustriales y se prevé que alcance 1,5°C ya en la década de 2030, con importantes repercusiones para los Estados costeros en desarrollo (IPCC, 2018). Un aumento de la temperatura global de 2°C -considerado ampliamente como el umbral a partir del cual los riesgos del cambio climático pueden llegar a ser inaceptablemente altos- puede alcanzarse en la década de 2050, dependiendo de las futuras emisiones de GEI.
El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la brecha de emisiones indica que el mundo sigue dirigiéndose hacia un aumento de la temperatura superior a 3 °C en este siglo, muy por encima de los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 °C y de perseguir un límite de 1,5 °C.
Estas proyecciones tienen importantes implicaciones para la adaptación de los puertos al cambio climático. Los puertos son activos con una larga vida útil, lo que significa que los cambios en la recurrencia (período de retorno) de los eventos extremos del nivel del mar (y las olas asociadas) a lo largo del siglo XXI afectan al riesgo de inundación en las instalaciones y a la elección y diseño de las medidas de adaptación al cambio climático necesarias.
¿Qué se debe hacer?
Según la UNCTAD si no se planifican y aplican a tiempo las medidas de adaptación necesarias, los impactos previstos en los puertos marítimos pueden tener amplias repercusiones económicas y comerciales y comprometer gravemente las perspectivas de desarrollo sostenible de los grupos de países más vulnerables, como los PEID.
Mejorar la resiliencia climática de los puertos marítimos y otras infraestructuras de transporte críticas será fundamental para avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y para lograr avances en los objetivos de otros acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, la Senda de Modalidades de Acción Acelerada de los PEID (SAMOA), el Programa de Acción de Estambul para los Países Menos Adelantados y la Nueva Agenda Urbana.
La adaptación efectiva requiere procedimientos de evaluación de riesgos “adecuados a los fines” (a nivel local y de instalaciones), la superación de posibles lagunas de datos y conocimientos, y el desarrollo de soluciones técnicas y de gestión adecuadas que reduzcan la vulnerabilidad y permitan tomar decisiones en condiciones de incertidumbre. También se requiere financiamiento, tecnología y creación de capacidades, así como respuestas políticas coordinadas y enfoques jurídicos y normativos de apoyo.
La búsqueda de sinergias y coherencia política en los esfuerzos de recuperación postpandemia y la adopción de enfoques más sistémicos e integrados para la adaptación al cambio climático y la creación de resiliencia en todos los sectores y redes podrían producir grandes beneficios, especialmente para las comunidades más vulnerables. Además, invertir en resiliencia climática tiene mucho sentido desde el punto de vista económico: según el Banco Mundial, los beneficios netos globales de la inversión en infraestructuras resilientes en los países en desarrollo podrían ascender a 4,2 billones de dólares a lo largo de la vida útil de las nuevas infraestructuras, lo que supone un beneficio de 4 dólares por cada dólar invertido en resiliencia.
Por MundoMarítimo